(notas para el concierto realizado en la iglesia de los santos Justo y Pastor de Madrid con motivo del II Centenario de la muerte de L. Boccherini, 28 de mayo de 2005)

 

LUIGI BOCCHERINI Y SU STABAT MATER

 

            El 28 de mayo de 1805 moría en Madrid el gran compositor italiano Luigi Boccherini; o quizás deberíamos decir español (como los ingleses dicen de Händell), ya que Luis Boquerini, como firmaba en sus obras y documentos, residió en España desde la primavera de 1769, en que llegó a Aranjuez alentado por el entonces embajador de España en París, hasta la fecha de su fallecimiento, y aquí en Madrid han vivido siempre (y viven todavía) los descendientes directos de este gran músico que durante muchos años ha sido ninguneado por la historia musical oficial que ha seguido la línea de pensamiento único germánico y que por fin hoy día se está reconociendo su gran aportación a la invención de las formas musicales e instrumentales del clasicismo junto a su amigo ‘Hayden’.

            Cuando Boccherini murió en Madrid residía en la calle del Ave María y fue enterrado en la iglesia de los santos Justo y Pastor, después en 1927 sus restos mortales fueron trasladados a Lucca, ciudad en la que había nacido en 1743, y depositados en la basílica de S. Francesco.

            Estando en Arenas de San Pedro al servicio del Infante Don Luis, hermano de Carlos III, Boccherini compuso su primera versión del Stabat Mater en 1781 para una formación de soprano y quinteto de cuerda. Los interpretes fueron su mujer, la soprano Clementina Pelicho, el propio autor y el cuarteto formado por la familia Font (Francisco, el padre, que tocaba la viola, y sus hijos Antonio, Pablo y Juan) que junto a Boccherini formaban el grupo instrumental  que estaba al servicio del Infante (según algunos musicólogos, en esta relación de Boccherini con el cuarteto Font está el origen de sus quintetos con dos cellos).

Sin lugar a dudas, Boccherini compuso esta obra bajo la influencia del Stabat Mater más famoso y divulgado del XVIII, el de Pergolesi (influencia a la que ni J. S. Bach había podido sustraerse realizando una versión personal); pero Boccherini trasciende su modelo en estilo y forma componiendo una obra en la que, por encima de todo, está presente su característico estilo galante y una mayor elaboración y riqueza de las voces interiores en la línea de lo que también se estaba haciendo en centroeuropa, consiguiendo un maravilloso Stabat Mater en mi opinión tan importante como el de Pergolesi. Los dos utilizan el tradicional texto del monje medieval Jacopone da Todi: el napolitano lo divide en doce partes y el luqués en once. Esta primera versión, hasta época reciente, ha sido muy poco conocida debido a que solo existía un manuscrito que perteneció a Luis Picquot y que hoy día se conserva en la Librería del Congreso de Washington.

No se sabe por qué razón, si por interés de algún editor francés, por necesidades económicas o por dar nueva vida a una gran obra que permanecía  apartada, Boccherini emprende en 1800 una segunda versión de su Stabat Mater pero en este caso para tres voces, 2 sopranos y tenor, y orquesta de cuerda, nominándola como op. 61. En 1805 el editor francés Sieber publicó la partitura con el consentimiento del autor a pesar de las desavenencias económicas, aunque ya en 1801 el editor napolitano Amiconi había  realizado una edición de la obra sin que al parecer lo supiera el autor.

En 1803 Boccherini regaló el manuscrito de esta 2ª versión a la pianista francesa Sophie Gail que lo había visitado en Madrid (inventora de una de las leyendas más conocidas sobre Boccherini: la de que había muerto pobre y desahuciado en ‘una casa que tenía una sola habitación para él y sus hijas’, cuando la realidad era todo lo contrario), ya que Boccherini era por entonces muy apreciado y conocido en París a la vez que uno de los músicos más publicados por los editores de música. Este manuscrito, fechado en 1800, se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia y en el está escrito en italiano: “Nota. Por orden del Sig. Inf. Dn. Luis, el autor escribió esta obra para una sola voz el año 1781. Pero para evitar esta monotonía, y la fatiga excesiva a la parte cantante, la ha ordenado a tres voces, sin cambiarla en nada”. Esta declaración, seguramente del autor, no es del todo cierta. Aunque la obra es la misma y reconocible, Boccherini introdujo en esta 2ª versión numerosos pequeños cambios (la tentación eterna del compositor a cambiar siempre que revisa) no solo en el acompañamiento instrumental y las voces sino también en la estructura interna de algunos números, como la supresión y cambio de algunos solos de cello en el nº 6 ‘Eja mater’, o el distinto desarrollo del nº 11 ‘Quando corpus’. Pero el mayor cambio se produce al poner una obertura instrumental que no existía en la primera versión: esta Introduzione es un arreglo del autor para cuerdas del primer movimiento de su Sinfonía op. 35 nº 4 (G 512) en Fa M compuesta en 1782 cuando todavía  residía en Arenas de San Pedro. Seguramente Boccherini se decidió por este movimiento debido al fuerte contenido dramático que poseen las modulaciones de su desarrollo.

            Además del manuscrito de la partitura general descrito anteriormente, existe otro que se compone de las partes individuales de voces e instrumentos seguramente debido al copista español habitual de Boccherini. Este manuscrito se conserva en el Istituto Musicale L. Boccherini de Lucca y, cedido amablemente  por este Instituto y su bibliotecario Giulio Battelli, es el que ha sido utilizado para este concierto que pretende reivindicar la música y la memoria de este gran compositor italo-español el día que se cumple el 200 aniversario de su fallecimiento en Madrid.