Obra: CANTOS DEL MORRÓN DE LA NOCHE (1ª versión)

 

Plantilla: fl, va, gui (o arp), recitador ad lib.

Texto literario: Tomás Garrido

Año de composición: 1987                 duración: 18’ sin texto. 25’ con texto

 

Dedicatoria: al Trío Arlequín

 

Encargado por: Trío Arlequín

 

Fecha, sala y

lugar de estreno: 8-II-1988. Círculo de Bellas Artes (Madrid)

 

Festival o ciclo: I Jóvenes compositores. Centro para la Difusión de la Música contemporánea

                         (CDMC)

Intérpretes: Trío Arlequín (Salvador Espasa, flauta; Pablo Rivière, viola; Nicolás Daza, guitarra)


comentario / notas:


Una noche de abril en el Cabo de Gata, entre las playas de Genoveses y Mónsul,

influenciado, quizás, por las lecturas mitológicas sobre tan extraño pájaro, creí oírlo (o lo imaginé).

Y de su recuerdo sonoro surgió esta obra que imita alguno de sus cantos.


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De forma paralela a la música escribí para esta obra una serie de poesías que, a modo de recopilación de escritos a lo largo de la historia sobre tan extraño pájaro -el Morrón de la Noche-, atribuí  de forma apócrifa a diferentes mitologías o importantes escritores universales, como si las hubieran escrito ellos. Estas poesías se pueden recitar en concierto intercaladas entre los cantos.


Canto III:

       De mi vacío,

        por tu envolvente canto,

        al infinito.


Canto IV:

        Pájaro que vuelas sin cuerpo, sin corazón,

        que no conoces nido ni hogar, que te llaman MGOM,

        canto que escuchan los hombres en la noche,

        canto transparente en las palmeras,

        un hombre te invoca sin miedo.

        La leña seca no te engendra, no tienes por hijas

        a las cenizas, mueres y no mueres.

        El alma errante se transforma en ti, y nadie lo sabe.

        Pájaro sin alas, cosa sin cuerpo,

        espíritu de la fuerza del canto,

        escucha mi voz:

        un hombre te invoca sin miedo

(Poema Bantú)


Canto V:

        Vi un pájaro cantando en un árbol donde antes hubo tierra seca,

        vi la noche y el día contemporáneo,

        recordé que el persa hablaba de un pájaro que

        de algún modo su canto es todos los cantos.

            J. L. Borges (El Aleph)


Canto VI:

        Escucha las transparentes notas

        que cierran los ojos del día y abren la noche.

        ¿Que pájaro así canta y se lamenta?

        Si el Morrón cantara durante el día

        mientras todos los gansos graznan,

        no seríá´juzgado mejor músico que el abadejo.

        Oh, por la voluntad de Júpiter

        que entrego a tu suave canto tan amoroso poder,

        canta ahora, que te escuche antes de que la ruda mañana

        anuncie con su luz mi desdichado fin.

            W. Shakespeare (El mercader de Venecia)


Canto VII:

       Noche de luna.

        El pájaro en el árbol

        rompe el silencio.


Canto VIII:

        Quiso nuestra ventura, que, mientras esperábamos el día de la partida,

        llegase un barco de genoveses que traía un extraño pájaro de raro plumaje,

        al que llamaban Morrón, y que decían haber adquirido en la lejana Persia.

        Sucedió que al poco de partir, el pájaro escapó hacia las palmera y eucaliptos

        de la playa, y como fuera que anocheciendo comenzase a cantar,

        nuestro asombro fue grande cuando oímosle, en vez de uno parecía cientos,

        y su canto era tan bello que la fatiga convertía en descanso y el descanso

        en sueño. Embrujados quedamos todos escuchando tan bello canto;

        y fue tal su hechizo que desde entonces a ese lugar le llamamos

        el Morrón de los genoveses.

            Bernal López de Peroblasco (Crónicas de Lepanto)


        En efecto, el Uchalí se retiro a Morrón que es una isla que está´junto a Navarino,

        y que así se llama por el pájaro que allí habitó, que según la leyenda cantaba por las noches.

            M. de Cervantes (El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha)


Canto IX:

       Cantas..., éxtasis.

        Después de oírte tanto,

        mi vida es otra.


Canto X:

        El dulce canto del Morrón silvestre

        que oigo cada noche entre los matorrales,

        me serena y alivia tanto el corazón

        que ahora tengo ganas de cantar de gozo;

        pues así como el Morrón quisiera ser,

        y poder hechizaros cada noche con mi canto,

        igual que vos me seducís, con tan blanca hermosura,

        cada vez que vuestro rostro brilla

        como si fueran plumas de Morrón.

Trevor de Aquitania (hacia 1200)


Canto XI:

        La amargura por

        tu canto ausente, hace

        surgir el mío.


Canto XII:

        Según cuenta el ‘AJÂ’IBU-L-MAKHLUQAT, la vida del

        Morgh’om-L-Shâb transita siguiendo el itinerario de las

        palmera por curso de los siglos. Su pico es largo lleno de

        orificios que emiten cada uno un sonido diferente. La

        dulzura de su canto nocturno paraliza a todo aquel ser

        -Alá es grande- que pasa por las cercanías. Y no tiene

        descendencia. Antes del tiempo de la muerte. Dios -alabado sea-

        le designa elegir a su sustituto entre los polluelos del paraíso

        - a este pájaro adoptado lo llaman Kâ siru-L-’Izam - y le

        encomienda su cría y su instrucción en el arte de tan singular

        canto. Y dicen que los hombres, para poder soportar mejor

        sus ausencias, inventaron la música inspirándose en su canto.

            Al-Qazwînî (Nuzhatu-L-Qulûb)


Canto XIII:

        El Mo-Ch’iong es un pájaro de colores resplandecientes,

        parecido al faisán y al pavo real, que habita en las montañas

        celestiales. En épocas antiguas, visitaba los jardines

        y los palacios de los emperadores virtuosos, para deleitarles

        con su canto, como un visible testimonio del favor celestial.

        Cuando los hombres comenzaron a luchar entre ellos,

        el Mo-ch’iong dejo de acudir. Los emperadores entristecieron,

        y afligidos, obligaron a sus sabios a inventar instrumentos

        con los que se pudiera reproducir su canto. Y así dicen que

        nació lo que se llama música.

            (Mitología china)


Canto XIV:

        Matsuo Bashô, que decidió renunciar a la vida mundana,

        se trasladaba a pié desde Iga al monasterio de Kôyasan.

        El cansancio y la caída de la tarde le apartaron del camino

        para descansar bajo los árboles. Bashô se puso a meditar.

        Y he aquí que, en medio de la oscuridad, rompió su meditación

        el extraño canto de un pájaro. Un canto complejo, virtuoso,

        como una polifonía. Bashô lo escuchó durante la noche una

        y otra vez. al llegar al monasterio de Kôyasan le contó al

        venerable Momoyama su encuentro en el bosque con ese

        pájaro nocturno. El maestro de Zen se quedó pensativo y

        le recordó que Amateratsu Omikami, la madre de todos los

        dioses, creó al Mo-ronnu-no-Tori, un pájaro-dios que con su

        música inspirara el arte del haiku a los poetas en las noches

        de luna. Bashô inclino la cabeza y comprendió.

           Encuentro de Matsuo Bashô con el Yotsuki no Tori


Canto XV:

        El sol se esconde.

        La luna en los árboles.

        Canta Mo-ronnu.


Canto XVI:

       Y no es mucho mayor que el águila. Tiene en la cabeza

        una cresta de plumas, mayor que la del pavo real. Y su

        cuello es del color de orielle, que es una piedra muy

        brillante; su espalda del color del añil, y sus alas de color

        púrpura; la cola es amarilla y roja, listada transversalmente.

        Y es un ave muy hermosa de contemplar contra el sol, pues

        brilla con mucha gloria y nobleza. Tiene un canto singular,

        solo oído en noches de luna. Su habilidad hace que parezca

        que son varios que cantan a la vez. Su dulzura sume en el

        más sereno y gratificante descanso.

            Jean D’Outremeuse (hacia 1400)


Extractos de la partitura general: