(notas para los conciertos realizado en el Auditorio del C.C. Conde-Duque de Madrid,

marzo de 1998)

 

LA GENERACION MUSICAL DEL 98

(y sus antecedentes)

Música para orquesta de Cuerda

 

            El XIX es seguramente el siglo más desprestigiado del arte español, para muchos el siglo de la decadencia cultural. Y no es porque no haya habido en España grandes pintores, escritores, escultores o músicos sino quizás porque al no alcanzarse las altas cimas de otras épocas, la típica idiosincrasia española tan crítica, tan radical - o es el mejor o no sirve para nada - ha hecho caer en el olvido a numerosos artistas (pintores, escritores, escultores o músicos) que si no fueron los más grandes del orbe en sus respectivos campos tampoco fueron unos maulas, simplemente fueron muy buenos artistas y profesionales.

            De los diferentes campos del arte es quizás el de la música el que ha sufrido en mayor medida esta injusta postura tan española llevando a nuestros compositores a un inmerecido olvido; aunque para ser justos habría que decir que no solo fue por las razones antes apuntadas sino también porque en música se han impuesto durante el s. XIX dos dictaduras musicales (en algunos casos por razones artísticas y en otros comerciales): la del sinfonismo germánico y la de la ópera italiana. Sin embargo, lo que en otros países sucede con normalidad, la convivencia del arte nacional del nivel que sea con lo mejor de cada país, en España no ha funcionado.

            Al socaire del centenario de la Generación del 98, consecuencia y culminación de los avatares sociales y culturales de ese turbulento siglo tan magistralmente retratado por Pérez Galdós (buen pianista y músico aficionado), se recuperan y presentan en estos dos conciertos un grupo importante de obras de compositores españoles que vivieron a caballo de los dos siglos pertenecientes a la generación del 98 y anterior (conocer los antecedentes). Todas las obras aquí presentadas son originales para orquesta de cuerda, grupo instrumental que, en este caso, ha servido como hilo conductor en la selección de obras y compositores; la mayoría de estas obras no se han tocado desde su época.

            Es el propio Azorín en sus primeros artículos sobre la generación del 98 quién habla de la importancia de esa generación anterior para entender la suya propia, recalcando que no surgieron espontáneamente sino como consecuencia y evolución de lo anterior. Con este sentido se presentan aquí una serie de compositores, Jesús de Monasterio, José Ildefonso Jimeno de Lerma, José María Echeverría, Blas García, José Hurtado, Valentín Zubiaurre, Tomás Lestán y Ruperto Chapí, hoy en día olvidados (¿injustamente?) pero fundamentales junto a otros que no han sido incluidos en esta selección como Albéniz, Granados, Bretón, Marqués, Pedrell, Fernández Caballero, Emilio Serrano, Gerónimo Jiménez, Chueca, Apeles Mestres, Morera, López Juarranz, Cleto Zabala, Manrique de Lara y otros, para entender no solo la generación musical del 98 sino las que vinieron después.

            Mucho se ha discutido y todavía algunos no lo tienen claro si los músicos formaron parte o no del movimiento intelectual que denominamos "Generación del 98"; dos manidos y falsos argumentos se suelen utilizar en contra de los músicos españoles del s. XIX: que los músicos eran excluidos de los diferentes movimientos intelectuales a causa de su baja formación cultural, algo que si bien podía ser cierto en el caso de instrumentistas de orquesta no lo era en absoluto en los compositores (solo hay que echar un vistazo a sus biografías para comprobar que muchos realizaron estudios universitarios, escribieron libros o se preocuparon en plantear disquisiciones teórico-estéticas) y tampoco en el caso de algunos grandes solistas o directores como Pablo Casals, Ricardo Viñes, Joan Manén, Joaquín Nin, Pérez Casas, Arbós, etc.; y que a los intelectuales del 98 no les interesaba la música, idea errónea basada sobre todo en el poema de Unamuno, “¿Música? No me la des, no la quiero”, cuando el propio filósofo vasco frecuentaba en París la casa de Andrés Segovia; de todos es conocida la afición musical de Baroja o Azorín; el interés por la música popular, sobre todo el flamenco, de Machado y el odio “a la música de ese teutón llamado Wagner” de Valle-Inclán lógicamente porque la conocía. Lo que sí está claro es que existe un grupo de músicos que por edad, pensamiento, formación intelectual y postura socio-política pertenecen a esa Generación. El ejemplo más claro es Manuel de Falla, no solo por la fecha de nacimiento sino por todas las demás cuestiones intelectuales o políticas; inclusive algunos estudiosos han llegado más lejos realizando un paralelismo entre Falla y Antonio Machado. También se podría señalar una curiosa casualidad entre la composición en 1897 del poema sinfónico para actor y orquesta, “Trafalgar”  (basado en el Episodio galdosiano), por el músico granadino J. M. Guervós y los sucesos navales que desencadenaron el 98.

            Si nos atenemos a la fecha de nacimiento con que se suele determinar esta generación, la década de 1870, nos encontramos con un grupo numeroso de músicos que, como decía más arriba, forman parte de esta generación porque además cumplen todos los otros presupuestos que significaron a este movimiento de intelectuales: José M. Guervós (1870-1944), J. Lamote de Grignon (1872-1949), Manuel de Falla (1876-1946), Andrés Gaos (1874-1959), E. López-Chávarri (1875-1970), Juli Garreta (1875-1925), Conrado del Campo (1878-1953), Jaume Pahissa (1880-1969) o si prolongamos un poco la fecha de nacimiento J. M. Usandizaga (1881-1915) y Joaquín Turina (1882-1949). Existe también otro grupo importante más tardío que aunque participaba en todas esas inquietudes que caracterizaron a la generación del 98 pertenece, según algunos historiadores, a la generación siguiente, la de Ortega y Gasset: Julio Gómez (1886-1973), Jesús Guridi (1886-1961), Oscar Esplá (1886-1976), etc.

            Pero ciñéndonos al hilo conductor de estos programas, música para orquesta de cuerda, hemos seleccionado a Andrés Gaos, Eduardo López-Chávarri, Jaume Pahissa y Joaquín Turina.

 

PROGRAMA I

 

Compositores de la generación anterior al 98

 

Jesús de Monasterio: Andantino expresivo. 

            Un gran virtuoso del violín, director de orquesta, compositor y pedagogo fue este insigne músico nacido en Potes en 1836 y muerto en Casar de Periedo en 1903. Después de estudiar en Madrid con J. Vega, J. Ortega y A. Daroca se trasladó a Bruselas donde completó su formación en todas la facetas, estudiando violín con C. Bériot y ganando varios premios. Durante muchos años recorrió Europa (Gran Bretaña, Irlanda, Bélgica, Holanda, Alemania) tocando como solista con su Stradivarius o dirigiendo orquestas con gran éxito. A su regreso a Madrid en 1863 fundo la Sociedad de Cuartetos y a partir de 1869 tomó parte muy activa en la Sociedad de Conciertos, dando a conocer numerosas obras de contemporáneos españoles y europeos. Como compositor también tuvo una gran actividad  componiendo más de sesenta obras, algunas tan importante como el Concierto para violín. Como pedagogo se puede decir que es el padre de la moderna escuela española de cuerda, cuyo máximo exponente fue Pablo Casals, quién decía en su biografía que "Monasterio es el mejor maestro que he tenido".

            Tanto el Andantino expresivo  (“dedicado a la memoria de mi muy querida madre” dice en la portada) como el Andante religioso (II programa) fueron interpretadas por la Sociedad de Conciertos de Madrid en el Teatro del Príncipe Alfonso; el Andantino  el 17 de Abril de 1881 dirigido por Mariano Vázquez y el Andante  el 17 de Marzo de 1872 dirigido por el autor, posteriormente hubo otras interpretaciones dirigidas por Dalmau y Oudrid. Monasterio, que conocía muy bien la música de los clásicos y de los primeros románticos, se inclinaba en sus composiciones, con buen oficio, hacia un romanticismo de corte clásico que lindaba con el romanticismo de salón, y de ese sentir son representativas estas dos obras.

 

Ruperto Chapí: Nocturno de 'El rey que rabió'.

            Es seguramente Chapí uno de nuestros músicos más conocidos, prolífico e injustamente infravalorado, un caso parecido a Pérez Galdós. Nacido en Villena (Alicante) en 1851 y muerto en Madrid en 1909 se le recuerda sobre todo por sus magistrales zarzuelas y se olvida con frecuencia sus grandes y magníficas óperas de corte wagneriano; pero Chapí compuso también sinfonías, cuartetos, tríos y poemas sinfónicos.

            Este Nocturno,  nº 11 de la obra, es un pequeño interludio del cuadro 2º del IIº  acto de la zarzuela 'El rey que rabió'. Tiene la peculiaridad de que no lleva contrabajos, de esta forma el autor consigue un efecto descriptivo del nocturno más leve y ensoñador. Hace ya algunas décadas que esta obrita se toca independientemente como pieza de concierto.

 

José María Echeverría: Intermezzo. 

Nacido en Lasarte en 1855 comenzó sus estudios en Guipúzcoa continuándolos en Madrid con gran éxito; posteriormente regresó a San Sebastián donde se estableció y desarrolló su actividad profesional. Investigó en el folklore vasco publicando varias obras que fueron elogiadas por Pedrell; también participó en política y en la última guerra carlista, donde fue herido. Editó bastantes composiciones algunas de las cuales fueron interpretadas en la Sociedad de Conciertos de Madrid.

            Este Intermezzo  Op.27, aunque publicado por Díaz y Cia. editores de San Sebastián en 1895 para el mercado francés, fue compuesto seguramente el año anterior; la misma editorial le publicó en 1892 María Luisa, Gavota,  Op.12 para cuerda y ambas obras se interpretaron en las temporadas de la Sociedad de Conciertos de Madrid. Este Intermezzo  está dedicado a D. José Gaytán de Ayala.

 

Blas García: Melodía (1879). 

            Poco se sabe de este músico fallecido en Madrid el 9 de Marzo de 1891 y que fue compositor e intérprete de Violín y Viola, tocaba este último instrumento en la orquesta de la Sociedad de Conciertos; formando parte, también, de la comisión de la orquesta que decidía que obras de autores españoles se debían interpretar en concierto.

            Esta obra fue terminada el 14 de Mayo de 1879 y poco después estrenada por la Sociedad de Conciertos (que también le estrenó algunas obras más así como adaptaciones de obras de Gounod). Es una obra muy interesante, con abundantes cambios de tonalidad y desdoblamientos de las voces instrumentales; se percibe en ella una ambición y un intento de ir más lejos en el tratamiento de la orquesta de cuerda que la simple música para salón de otros contemporáneos españoles.

 

Valentín Zubiaurre: Pieza para Flauta y cuerdas.

            Este músico vasco, nacido en 1837 y muerto en 1914, se dedicó a viajar por suramérica después de sus años de formación en Bilbao. A su regreso completó los estudios con Eslava en Madrid y le sucedió como maestro de la Real Capilla. En 1869 ganó un concurso de composición operística con la obra Fernando el Emplazado  que se estrenó en 1874 en el Real traducida al italiano y en 1877 estrenó en el mismo teatro otra ópera titulada Ledia. Estuvo pensionado en la Academia Española de Roma y entre sus obras instrumentales destaca un Ofertorio  para violoncello y orquesta, "Ecos de Oiz".  Dos de sus hijos, Ramón y Valentín (ambos sordomudos), fueron conocidos pintores dedicados al costumbrismo vasco.

            En estas dos obras la parte solista es muy virtuosa y la parte orquestal un simple y mero acompañamiento, a veces excesivamente simple y vulgar en acordes de corcheas a contratiempo. La Pieza  de flauta, muy virtuosa y brillante para el solista, fue compuesta para una oposición a la Real Capilla en 1879.  La Pieza de contrabajo fue compuesta en 1873 también para una oposición a la Real Capilla y fue utilizada posteriormente en otra de 1893; se podría considerar una curiosa rareza en el repertorio español para este instrumento donde el solista se luce con agradables cantábiles (no es la única pues también tiene otra Pieza  para contrabajo y Piano), sin embargo, no hay que olvidar que antes que Zubiaurre compusieron para este instrumento Rodríguez de  Ledesma, para contrabajo y cuerdas (1839) y Carnicer, para contrabajo y piano. Si estas obras eran la medida de los instrumentistas que se presentaban podemos decir que en España eran de un altísimo nivel ya que requieren un alto grado de virtuosismo.

 

Compositores de la Generación del 98

 

Jaume Pahissa: Sinfonía I, Trío (1903).

            Dedicado inicialmente a la arquitectura, disciplina que abandonó por la música, este catalán nacido en 1880 murió en Argentina en 1969 donde se había exiliado en 1937.  Estudió en Barcelona con Morera y allí comenzó sus actividades de  profesor, crítico, musicólogo y compositor, actividades que continuaría en Argentina donde mantuvo un estrecho contacto con Falla publicando después una de las primeras biografías del gaditano. En España compuso numerosa obra orquestal, de cámara y operística estando siempre en la vanguardia, fue de los primeros españoles que cultivó el dodecafonismo, llegando a crear su propio sistema compositivo denominado 'intertonal'.

            La Sinfonía I, Trío  de 1903 para cuerdas es de las primeras obras que compuso, realizando años después otra Sinfonía II  para 'gran orquesta de cuerda'. Esta primera sinfonía, dedicada a su amigo Jesús Prado, es una obra atrevida para su tiempo que buscaba unos caminos distintos a los que entonces se cultivaban en España, sobre todo desde el punto de vista temático y formal con abundantes cambios de 'tempo'. Tiene la peculiaridad de que la orquesta no distingue entre violines I y II, simplemente en violines, violas, violoncellos y contrabajos.

 

Joaquín Turina: Serenata Op. 87 (1935).

            Este andaluz nacido en Sevilla en 1882 y muerto en Madrid en 1949 es uno de los músicos nacionalistas más conocidos. Comenzó su formación en Sevilla continuándola en Madrid y París, donde encontró las grandes influencias que determinarían su música, Albéniz, Falla y los impresionistas franceses. Además de compositor, pedagogo (escribió un tratado de composición) y crítico, desarrolló una gran carrera como pianista y director de orquesta colaborando con los Ballets Rusos de Diaghilev.

            Esta obra, original para cuarteto de cuerda y adaptada para orquesta por su nieto el también compositor José Luís Turina, poco conocida quizás porque no suena tan española como otras, es sin embargo de las más novedosas e interesantes del autor que se introduce por caminos musicales distintos a los que solía cultivar; está dedicada a su hijo Joaquín.

 

PROGRAMA II

 

Compositores de la generación anterior al 98

 

José Hurtado: Adagio y Rondó. 

            Pocas cosas se saben de este compositor que fue alumno de Arrieta en Madrid y que en 1890 publicó Cien cantos populares asturianos   armonizados y con acompañamiento de piano. Este Adagio y Rondó clásico, interpretado por la Sociedad de Conciertos, fue premiado con medalla de bronce en la Exposición Literario-Artística, editando el autor un arreglo para Piano.

 

Jesús de Monasterio: Andante religioso.  (ver programa anterior)

 

Valentín Zubiaurre: Pieza para Contrabajo y cuerdas. (ver programa anterior)

 

José Ildefonso Jimeno de Lerma: Andante cantábile. 

            Este músico madrileño (1842-1903) continuó la profesión paterna de organista y, exceptuando un tiempo que estuvo de maestro de capilla en Santiago de Cuba, desarrolló su actividad en Madrid. Sustituyó a su padre como organista de la catedral de San Isidro, fue nombrado académico de Bellas Artes y en 1897 director del Conservatorio de Madrid hasta que tomó posesión T. Bretón en 1901.

            La mayor parte de sus obras fueron de carácter religioso participando en el movimiento de renovación de la música religiosa, "Motu proprio", que surgió a finales del S. XIX. Esta obra tiene bastante de ese carácter aunque roza también el romanticismo de salón tan típico de la música española de este período; fue interpretada en la Sociedad de Conciertos.

 

Tomás Lestán: Preludio para violín y cuerda (1879).  

            Nacido en Valencia en 1827 y muerto en Madrid en 1908, este músico era conocido también con el nombre de 'Plo', apellido de su padrastro. Recorrió España siguiendo a sus padres, que eran actores, hasta que se radicó en Madrid. Primero se dedicó al violín alcanzando importantes puestos de solista y ante la falta de un buen solista de viola se pasó a este instrumento obteniendo los puestos de primer viola en la orquesta del Teatro Real y profesor del conservatorio.  Escribió un importante método de viola (también de viola de amor) que quizás es el primero en la historia española, además de componer numerosas Misceláneas,  muy famosas en su época, sobre motivos de óperas. Participó muy activamente en el resurgir de la música de cámara en Madrid con la fundación de la Sociedad de Cuartetos.

            Esta obra fechada el 14 de Septiembre de 1879 fue compuesta para las oposiciones a la Real Capilla. Es una obra virtuosa y brillante para el violín que demuestra el buen nivel que tenían los instrumentistas de cuerda en España en aquella época; en cambio el acompañamiento es muy simple excepto la parte de viola en el pasaje cantábile central, que seguramente tocaba el propio Lestán.

 

Compositores de la Generación del 98

 

Andrés Gaos: Impresión nocturna (1937).

            Nacido en La Coruña en 1874 y muerto en Mar del Plata en 1959, comenzó los estudios de violín en su ciudad natal, los continuó en Madrid con Jesús de Monasterio y los culminó en Bruselas con Ysaye y Gevaert.

            Desarrolló una gran carrera como concertista por todo el mundo tocando con las más importantes orquestas de Berlín, Bruselas, París, Roma, etc.; formando dúo con C. Saint-Saëns realizó una gira por América del Sur y Europa. Estableció su residencia en Buenos Aires de donde ya no salió después de su vuelta de la Exposición Universal de París de 1937 donde estrenó esta obra en la sala Gaveau el 29 de Septiembre, durante la Exposición Universal, dirigiendo a la famosa orquesta Lamoureux.

            La Impresión nocturna  es una bella obra de un carácter neorromántico expresionista con un sello muy personal y armonías complejas que fluyen constantemente por las voces con un intenso melodismo. Gaos quiso que sonara una grabación de esta obra en su funeral.

 

Eduardo López-Chávarri: Acuarelas valencianas (1925).

            Este músico valenciano, nacido en 1875, fue un verdadero intelectual al estilo de otros muchos de esta generación. Se doctoró en Derecho y estudió con importantes maestros como F. Pedrell, ampliando sus estudios en el extranjero; también se dedicó a la musicología (publicó varios libros de divulgación musical) y a la crítica, siendo titular del diario Las Provincias  desde 1897 hasta su muerte en 1970. Más importante fue su labor como director de orquesta y profesor de Historia y Estética en el Conservatorio de Valencia, pero su verdadero legado es como compositor donde desarrolló un nacionalismo folklórico de raíz valenciana con importantes obras en todos los terrenos.

            Compuso una docena de obras para orquesta de cuerda entre las que destaca la que aquí presentamos, Acuarelas valencianas,  obra alegre y vitalista en tres movimientos que nos transporta musicalmente a ese mundo luminoso y colorista que Sorolla pintó tan magistralmente.